sábado, 4 de enero de 2014

PRIMER CUENTO: EL ADIOS, EL BESO Y LAS GARRAS DE OSO

No fueron docenas de rosas ni grandes coronas las que acompañaron el féretro de Rosario ni siquiera el justiprecio a sus acciones, tampoco sus amigos o su familia. Iba acompañada por el olvido. Lejos del camino que la condujo a la nada, alguien secaba sus lágrimas, ataviada con una combinación blanca, con el pelo mesado y el rostro abotargado ante el final de un dolor acumulado durante cincuenta años. Rozando sus muslos y ondeando su cabello, supo ahora que los recuerdos serían sólo eso. La esperanza, el ensueño y la añoranza se desvanecían definitivamente.
--"¿Cómo ha sido?" Fueron las únicas palabras que pudo pronunciar antes de caer desmayada al suelo esa mañana de setiembre en la que el cielo se anubló igual que sus ojos y su alma. Después, una corte de manos la rodearon como un haz de trigo dorado, y la condujeron a las cercanías del aljibe en el patio trasero para refrescarla y dejarla sola entre las sombras de una higuera. Apareció en su aflicción un dolor más poderoso que el que rondaba sus entrañas los últimos meses. Allí secó, una y otra vez, su rostro y sus babas sin disimulo. En el agua de la lebrilla, que reflejaba su cara desencajada, quiso ver la imagen del beso profundo y eterno guardado en la memoria y que la despidió de Rosario en El Ajerro.
--"Adiós. No podré olvidarte. Te quiero".--Acabó entonces una historia, apenas comenzada, y que incongruentemente, trastocó sus vidas. Bajo aquella sombra, con el olor dulce de los higos, visualizó el gesto de la despedida: un manotazo de Rosario. Aún guardaba en su hombro la señal de unas uñas parecidas entonces a garras de oso filtrándose en la piel y de cuyas señales no pudo ni quiso huir jamás. Alguna vez las abrió con la intención de que no desaparecieran nunca. En el camino, mientras atajaba la sangre con la mano, sentía el corazón fallar, vagueando en sus diástoles; su garganta se anudaba y la respiración se tiznaba de hollín, e igual que hoy, sus ojos voceaban dolor en forma de incesantes regueros.

7 comentarios:

María dijo...
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María dijo...

Te persigo amigo. El malva es mi color favorito.

Me gusta la idea de los cuentos de Rosario.
No los encontraba ni por los cielos.

Un beso

María dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Unknown dijo...

Gracias Isis.

Unknown dijo...

Por cierto Isis. Este Blog es un experimento compartido para corregir un trabajo de una amiga no lo veas como un blog personal. Aprovecho para decirlo a todos los que se encuentren con él.

María dijo...

OK

María dijo...

OK. Gracias por la aclaración.
Besicos.